Realizado por: M.Sc. Miguel Hernández Fernández
En Cuba se hizo habitual celebrar el Día Nacional del Economista y Contador en alusión al nombramiento de Ernesto Guevara de la Serna, Che, como Ministro Presidente del Banco en la década del 60′.
Más que felicitar a los economistas y contadores en su día, es oportuno extender el reconocimiento a tod@s las personas que están involucradas en el quehacer de la actividad económica cubana en diferentes sectores y giros, sin distinción de marco legal.
El festejo se ve opacado o con pocos ánimos pues nuestra economía está enferma (me hace recordar al Doctor Durán durante sus partes médicos en televisión sobre la situación de los pacientes enfermos por Covid) con diferentes enfermedades crónicas y agudas, que le suelen llamar “coyuntural”, pero de pasajero no tiene nada. Solo mencionar algunos males: inflación, emigración, déficit fiscal, crisis energética, baja producción agrícola, desconexión entre el sector estatal y privado, sistema de comercio exterior con mala imagen de pago y con laberintos, hasta etc.
¿Por qué no hablar del fracaso de la Tarea Ordenamiento Monetario? Ahora tenemos dualidad monetaria y cambiaria nuevamente, con una capacidad de compra en el subsuelo. Muchas empresas captan divisas en sus cuentas corrientes pero el trabajador contratado (quien crea el valor según Karl Marx) no recibe un céntimo en su bolsillo para comprar en las tiendas donde se venden lo que no está al alcance del trabajador asalariado.
Se hacen una y otra estrategia, más medidas como si fuera un sastre o costurera (respeto para la profesión, solo es comparativo). ¿Dónde están los resultados? ¿Exiten los responsables? La culpa es…ya se sabe, repetido hasta el cansancio.
¿Cuál es el futuro de nuestra economía? ¿Estará en terapia intensiva con pronósticos reservados? ¿Cuándo se destraban las fuerzas productivas? Muchas preguntas y abundan siempre miles de excusas y justificaciones pero poco enfoque a resultados con compromiso por avanzar “con todos y para el bien de todos”, como dijo José Martí.
No hay una solución mágica aunque pensar que todo va ir bien desde el discurso y las consignas, eso no llena ninguna barriga ni motiva a un zombi. Lo peor es no hacer nada, siempre habrá riesgos pero el mayor de ellos es vivir en la ilusión lunar que todo irá bien.
Se enseña(ba) Economía como ciencia social, pues el factor humano es clave aunque existen leyes como las del tránsito que muchas veces no se tienen en cuenta o se llevan el “pare”. ¿Por qué no hacemos Economía y dejamos las tesis y prejuicios personales a un lado? ¿Qué tan diferentes estamos de la extinta URSS en sus últimas primaveras?