Escrito por: Miguel Hernández Fernández
El ministro de Economía y Planificación (MEP) de Cuba, Alejandro Gil Fernández, informó a los diputados cubanos sobre los resultados de la economía cubana en el primer trimestre del 2022 y algunos desafíos que se tienen.
Se valoró de positivo el incremento de las exportaciones de bienes con respecto a igual etapa del año anterior, favorecido por los precios en alza del níquel, principalmente. ¿Qué acciones se piensan hacer para diversificar la cartera de exportaciones? ¿Por qué no se flexibiliza el proceso de exportación e importación? Una y mil veces, “hacer lo mismo, no produce resultados diferentes”. La rigidez y centralización del comercio exterior es algo tan obvio y es costumbre de quejarse del bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por el gobierno de Estados Unidos, cuando hay acciones con resultados tangibles para “liberar las fuerzas productivas” (si encuentran quién las amarró, me avisan) y “eliminar las trabas”, ambas etiquetas repetidas hasta el cansancio. ¿Qué sucedió con las exportaciones de servicios? Acaso, ¿solo se piensa en la exportación de servicios médicos? Por años el gobierno ha invertido grandes sumas en la educación, pero no se percibe cómo esa inversión incide en el crecimiento económico cubano, el bien nombrado Producto Interno Bruto, PIB por sus siglas (sin olvidar, que según Joseph Stiglitz no es lo mismo desarrollo que crecimiento económico). ¿Cómo se articulan las exportaciones con el resto de los actores económicos cubanos o solo existe una concentración ramal en determinados territorios?
Alentadora es la cifra de visitantes extranjeros que aportan divisas frescas por la actividad turística, aunque preferiría que se compartiera el costo por peso por cada visitante extranjero. Frente al panorama internacional es poco probable que se produzca una recuperación a corto plazo de la industria sin humo y el producto estrella se siga manteniendo para generar ingresos con grandes cantidades de visitantes. ¿Cuál será el nivel de importación de insumos y materias primas para los servicios turísticos? ¿La política de autorizar a las empresas turísticas a la contratación de suministros con actores económicos cubanos estatales y privados estará generando desarrollo hacia lo interno?
Los principales mercados emisores se encuentran enfrascados en una guerra híbrida y los potenciales clientes aun no logran sobreponerse de más de dos años de pandemia, sumando la inflación y la posible hambruna con un estallido social en el viejo continente. Por lo que habrá que buscar “queso” (se refiere al libro ¿Dónde está mi queso?, lo recomiendo) en otras potenciales fuentes de ingresos externos para aliviar los síntomas de la extendida crisis económica cubana.
Coincido con Gil Fernández cuando expresa que “tenemos una inflación importada. Los precios dependen del mercado internacional”. También, es válido que se reconozca la inflación debido a la Tarea Ordenamiento donde muchas empresas fijaron y fijan precios por un factor de multiplicación y la ficha de costos quedó en el olvido como una herramienta para museo.
No solo el incremento del combustible afecta el aumento de los precios, también tiene una buena dosis la ineficiencia empresarial que se trata de enmascarar. Con la necesidad de generar divisas se ha dolarizado parte de la economía y nadie sabe quién le pone el cascabel al gato, pues se ha convertido en un juego de dale a quien primero venga, trayendo distorsiones, encarecimientos y estancamientos entre los actores económicos, teniendo a la población como la más perjudicada en este juego del “gavilán y la paloma”.
“En el periodo analizado, se cuantifican 411 empresas con pérdidas por 5 047 millones de pesos”. Realmente asombroso (aunque bajó, la anterior cifra fue de 500 empresas en pérdidas). ¿Qué sucedió con las empresas que estaban en pérdidas y qué medidas aplicaron? Estoy seguro que magia no utilizaron. Una economía como la cubana no se puede dar el lujo de tener tantas empresas con pérdidas. Tampoco se pueden aplicar medidas de cierre y pa’ la calle, pues hay trabajadores y familias que dependen del sustento salarial. La ciencia económica posee innumerables herramientas para analizar y evaluar, teniendo la posibilidad de identificar y establecer un plan de medidas para cada caso, sin descuidar el factor tiempo, pues sigue pasando y las pérdidas se acumulan como si tuviéramos mucho. ¿Quién paga esas pérdidas? Muy sencillo, los trabajadores activos y productivos que aportan resultados son los que soportan esas pérdidas millonarias.
Por otra parte, ya se cuentan con más de 3 mil nuevas empresas dentro del escenario actual, que “no son un electrón libre. Forman parte de nuestro modelo, hay que incentivarlas y encadenarlas con el sector estatal”. Muy válido, pero muchos directivos que representan a empresas de subordinación nacional están esperando “orientaciones” o desconocen en algunos casos sobre cómo contratar con estas nuevas formas de gestión. Puede parecer impensable, pero en ocasiones se continúa tratando a las mipymes (en realidad son Sociedades de Responsabilidad Limitada, no sé cuál es la fobia a llamar las cosas por su nombre) como una persona natural con una licencia para ejercer una actividad como Trabajador por Cuenta Propia. Se requiere una alfabetización en gestión de negocios para todos y con todos, existe mucho talento, pero a veces mal encaminado o desestimulado (“Eso no se puede hacer”, frase célebre).
Muchos desafíos tienen las mipymes, reconocidas en información compartida por Johana Odriozola, viceministra del MEP con los diputados. Algunas de estas empresas tienen más debilidades que fortalezas, y en el escenario actual en el cual se necesitan desarrollar pesan mucho las amenazas más que las oportunidades. No nos extrañemos el por ciento de fracaso, pues les cuesta mucho ponerse en funcionamiento por diversas causas expresadas por Odriozola y no se percibe una articulación entre el sector estatal y el privado para satisfacer las necesidades de la población y generar verdaderos encadenamientos productivos (la contratación entre dos formas legales se está percibiendo como un encadenamiento productivo lo cual distorsiona el propósito y concepto).
Las importaciones de los nuevos actores económicos sobrepasan las exportaciones, lo que produce un déficit. ¿Cómo se recupera esa divisa invertida? Existen algunas vías como las tiendas en moneda libremente convertible (MLC), la venta en frontera, el comercio electrónico con pago desde el exterior y la contratación con empresas que tienen capacidad de pago en divisa. En caso de que estas empresas privadas no estén dentro de este esquema de retorno del capital invertido, tendrán una falta de liquidez en divisa que, al no existir de un mercado cambiario formal, tienen que recurrir al informal. El crecimiento sin frenos del mercado cambiario informal hace que los gastos financiero personales contagien a las nuevas empresas privadas y con el riesgo de al pasar una auditoría se detecte un posible hecho delictivo por compra ilegal de moneda y la no justificación adecuada de la procedencia de la divisa que se “dona” a la empresa privada y que no se reconoce como aporte del capital social de los socios que la crearon. Parece el juego de la “gallinita ciega”, avanzar para sobrevivir, no tener que emigrar y el temor de un tropezón que el llanto será sin remedio.
Llamativa resulta la posible medida anunciada sobre la creación gradual de un esquema cambiario selectivo para la venta de divisas a proveedores nacionales estatales y privados, para negociar la producción y comercialización en cup. Una nueva buena, aunque sería muy beneficioso aprovechar esa divisa para generar encadenamientos productivos hacia lo interno de la economía cubana donde TODOS los participantes en la cadena de valor se vean beneficiados de esta política, similar a los antiguos esquemas cerrados de financiamiento cuando existía el CUC. También, habría que analizar el impacto regional desde lo social, económico y ambiental que generaría esta medida económica de esquema cambiario y que respondan a los Objetivos de Desarrollo Sostenibles.